Después se levantarán
al mismo tiempo, con ruido de sillas
y con las caras hacia la estrecha salida.
Sus ropas estarán arrugadas,
con motas de polvo y ceniza de cigarros esparcidas encima,
y sus manos descubrirán en el bolsillo interior
entradas para un espectáculo de un tiempo pasado.
Y en sus caras se verá todavía la trama y la urdimbre
de los deseos de Dios.
Y sus ojos estarán rojos de tanto insomnio
debajo de la tierra.
De inmediato preguntarán:
¿Qué hora es?
¿Dónde has puesto lo mío9
¿Cuándo? ¿Cuándo?
Y un hombre aparecerá levantando la cara
como antaño para ver si llueve.
O una mujer
con un gesto anticuado se enjugará los ojos
y se recogerá su densa mata de pelo
en la nuca.
(En Con todo el rigor de la indugencia)
DEL LIBRO: POEMAS 1948-1962