Yo sé que soy una belleza extendida
Yo ya sé que fotografié un caballo de madera
Yo ya sé que fotografié un jardín con mi mujer que se llamaba Margarita
Yo ya sé que estuve detrás de un puente escondido
Yo sé correctamente inventar, explicar, caminar por la vereda
Inventé la bicicleta, los guantes de box, la cámara de fotos, la maquina invertida
Todas metáforas bien duras de la cristalización social que creaba con mis manos
Hice de todo
Nadie ha pensado tantas ideas instaladas en las paredes más blancas de este mundo
Cuando me perdí me fui por error y ya no pude volver a reflejarme
Pero te dejo esta foto que nos sacamos juntos
Para que la mires hasta que nadie sepa quién soy yo
Por favor acércame ese caballo de madera
Estoy ahora por irme por última vez
Eso de andar desnudo en un jardín no me dio demasiado prestigio
Yo sé que lo último que me salva no ha sido mi destino
Hoy nadie me recuerda, ya nadie viene a buscarme
Este es el patio en que los deje a ustedes como niños rubios pintados por el cielo
Dile a tu madre que hace mucho me llevaron por la piedra demente
Y no he podido recordar exactamente por donde me sentaba
Yo solo sé que me diste tu último vino en Puente Roca La taza de té y el humo azul profundo que viajaba por el parque.
Vicente Marotta: La belleza extendida
Vicente Marotta fue un gran amigo de mi madre Elba Fábregas. Las fotos que tengo de mi infancia fueron hechas por Vicente. Venía mucho a mi casa de Puente Roca durante los años sesenta. Estudió en una escuela industrial y se recibió de arquitecto. Fue un gran ceramista, artista visual y conceptual. Un hombre luminoso. Los últimos días de su vida lo pasó internado en el Borda. Vicente Marotta, casi olvidado, falleció en Buenos Aires en 1994.