Bebimos té con la taza fría

A Valentina Marulanda

Me toca a mí hablar de lo que amaron otros

Lo que no tuve fue el tiempo necesario

Por eso te fuiste mucho antes de tu vida

Antes de mí, antes de yo, estoy seguro, casi seguro que fue así

Bogotá fue el centro del viaje que remite a la tierra

Por eso lloro en el mes lo que haga falta sin un mar ni una estadía en la arena

Por más que hayamos adorado aquellas cosas ya no existen

Y pensar que siempre insistías en la dama de la calle y la carrera

La mejor zona de la Jiménez de Quezada o la Candelaria de piedras y veredas

Más se veía el Cristo y los árboles como los pinos en la noche

Una semana hubiera sido demasiado

Existe ahora alguna fotografía del mundo para salir a la tarde o cuando llegas

Siempre llegabas tal era la bella sonrisa y el sentarse

No hay un tiempo necesario, una estadía mayor con tu costumbre

Pero fue antes de mí, antes de yo

Antes de la conferencia y los contratos de lo cabal sobre la ópera, la literatura o los colores de una biblioteca de babel

O el ensayo sobre la caída en el sedimento del saber profundo

Más el firmamento en la calle más alta de este mundo

Del Dios donde no estuve para quejarme de la propia historia

Éramos muy jóvenes y no había otro nombre para las noches en las Torres de Pequín

El pacto de la danza fría

La salida de no llegar en las tardes de té con aguardiente

¿O no venías para verme cuando acabo de verte?

No me digas que el agua desbordada daba de nuevo sobre tu ropa

No me digas a mi o que yo soy yo

Que te has ido y ya no llegas de nuevo

En el círculo de las caídas del licor y el juego de la nada tan al final de la propia nada

De los estados con los que llegabas cada vez que se iban por alguna ventana

Colgado de sábanas un amigo nos esperaba en Francia.

Antes de mí que no soy yo

Siéntate otra vez sobre la misma casa que daban con los pinos

Demos la vuelta de la calle que sube. Que ya no habrá muerte para nadie.