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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

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Digo adiós al mundo todos los días.

No es verdad que no piense en la muerte.

Pienso siempre en la muerte,

Porque está entre las páginas del libro que cierro,

En los dobleces de las sábanas donde me acuesto,

En los restos de comida sobre el plato.

Todo muere a cada día y resurge glorioso

como una luciérnaga, una mariposa, un escarabajo.

Permanecer en el tiempo que permanece, sin ser sacudida por nada.

Me despido de la luz como si no la viese más,

Me despido de los sonidos que se aquietan,

Me despido de las formas que cesan de existir.

Me despido de los templos y las iglesias

donde guardamos las imágenes de los santos

que descansan allí eternamente.

Me despido de los horizontes siempre claros,

cuyas montañas a la distancia se estiran al mirar.

Seré la última hermana de las palabras para dejarlas ir.

El mar baña el contorno de la tierra, cercándola de su existencia fluvial.

Los cuerpos chocan contra su omnipresencia bondadosa.

Digo adiós al paisaje por ser mío,

y a todas las cosas dichas y no dichas

que permanecerán encendidas como haces de luz en el despeñadero.

Somos los hermanos de las palabras,

Porque las inventamos para los poemas que osamos escribir. 

Todo lo que se dice hoy se borrará.

La palabra elegida es un poema.

(Minha mão contém palavras que não escrevo, 2017)