Reseña de Libros

Desde la herida

Daisy Zamora

Autora: Margarita Bustos Castillo

Editorial: Signos

Año: 2021

Páginas: 49

 

La poesía como memoria y diálogo ético con la historia.

En la vorágine de esta época de tanta banalidad y dominada por la cultura de la posverdad a través de la manipulación mediática; en un mundo de migraciones masivas y azotado por una pandemia donde crece aceleradamente la desigualdad entre ricos y pobres, el individualismo extremo y la descalificación de las demás personas; en esta era en la cual prevalece la desmemoria y el olvido de la historia y pérdida de los vínculos, es muy buena nueva recibir un libro de poesía como el de Margarita Bustos Castillo, que llegó a mis manos en los primeros días de enero de este año 2022.

Titulado Desde la herida, el libro recupera la memoria de mujeres detenidas y desaparecidas durante el golpe cívico-militar de 1973 en Chile, que fueron torturadas en el cuartel Ollagüe — ahora convertido en lugar de memoria y conocido como Casa José Domingo Cañas—. A la vez vincula lo ocurrido en aquel entonces con el estallido social de octubre de 2019 a marzo de 2020, cuando el pueblo chileno se alzó en rebeldía contra el gobierno neoliberal de Sebastián Piñera, y este respondió con represión generalizada y violaciones a los derechos humanos de miles de personas que fueron arrestadas, heridas, lesionadas y mutiladas, torturadas y muertas.

El libro se divide en tres partes: “Memorias”, “11 ayer y hoy” y “Plegarias desde la her(ida)”, y en cada una de ellas un epígrafe inicial más una fotografía a colores anticipan o dan la pauta del contenido de las mismas. En la “Primera parte: Memorias”, el epígrafe de Elvira Hernández sobre la Bandera de Chile usada de mordaza y la fotografía de unos graffiti contra el perdón y el olvido y la impunidad, fechada en mayo de 2021 en la ciudad de Santiago, sirven para ilustrar la realidad insoslayable de que la herida aún sigue abierta en el país. Margarita Bustos Castillo lo dice desde el primer poema, pues escucha los suspiros en el oído del cadáver y oye cómo las cosas cantan y gritan y trepan por la herida / portando el hedor de sus miedos (…).

La herida no puede cerrar porque es una herida que mana derrotas viciadas por ausencias y abierta camina, a causa de la injusticia que ha disgregado a la gente en la cordillera desmembrada y en el fondo del mar en el cual ya nunca más nadie puede bañarse tranquilo y sin culpa; ese mar que tiene el sabor escarlata de la sangre y donde aún se buscan los nombres de quienes desaparecieron hace cuarenta y ocho años en cuenta regresiva. Pero, también, la gente ha sido lanzada al foso insalvable de la ignorancia, y están embelesados por el sonido de la máquina, por su imagen y por las palabras de su colmena y se vuelven ajenos a la herida. Así, olvidan los nombres de quienes abrieron la herida y no se habla más de las ausencias, se archivan detrás de las mordazas / y sus mordeduras, y todos los sonidos del horror quedan bajo tierra y en desborde del oleaje (…) traicionados por la bandera / y los bandos que pactaron contra / el pueblo.

Sin embargo, aunque La palabra no concibe decir lo que los ojos han visto y se calla por miedo, porque, a fin de cuentas, los cuerpos nunca volvieron (…), los ausentes siguen bajo el mar Albergándoles la corriente / hundidas señales / los sueños bajo la espuma / en su maravillosa red de eternidad. Aunque para los muertos todo es agua o desierto en el mutismo (…) ellos rehacen raudos sus madrugadas y llegará el momento en que esos cuerpos se hagan nombres que evaporarán la mentira, esa mentira entrando por todas partes, / su espuma y los crujidos bajo la piel. La misma mentira que hace a los hambrientos perseguir la sombra y el espejismo, atragantados de discursos pantallas plásticos promesas, pero también provoca la justa rabia del pueblo, por tanta mentira amordazando la ciudad y por cada nombre y cuerpo desaparecido. Es la rabia que conecta el presente con el pasado: Los 31 de hoy / los miles lanzados al mar / los ojos de uno que somos todos / el canto de una que crece sobre los ojos. Ansia oscura de rabia negra / mientras los nombres aumentan como la espuma / y la libertad loca de calle se bebe la furia, la escupe y nos empuja / como manto azulino en vaivén y retirada / como marea roja rabia de negras olas.

En la “Segunda parte: 11 ayer y hoy” el epígrafe de Ana González de Recabarren sobre el llanto que se convierte en lucha, y también en alegría cuando al fin se sabe la verdad y se hace justicia, se complementa con una foto de septiembre de 2021 que muestra una baldosa en memoria de Eugenia Martínez Hernández, detenida y desaparecida por la dictadura cívico-militar, en Ñuñoa, Santiago de Chile. La mayoría de los poemas de esta sección se refieren directamente a las detenidas y desaparecidas, y llevan sus nombres. En el poema inicial “A Marta Ugarte”, que fue lanzada al mar, la brutalidad es ex-
presada sin concesiones: …Su cuerpo fracturado emergió del mar / de su cuello colgaban alambres, / brazo izquierdo, desgarrado por un corvo, / la columna quebrada (…) / faltaba una parte de la lengua / una parte faltaba / y aún la buscamos.

En el poema “María Cristina López Stewart” leemos: ¿dónde fue vista por última vez? / Silenciamiento / ahuecar las palmas / el miedo y su ojo fisgón / tras las cortinas cortando el aire (…) todo en ella era miel / amplificando su fuerza.En “Lumi Videla”: Ida y vuelta sin posibilidad de retornar porque las voces / no bajaron a los cuerpos (…) y sus silencios nos secaron la boca / aire para el olvido / memoria recuerda el movimiento del aire. En “María Eugenia Martínez Hernández”: Esa mañana / te asomas a la puerta y / obligada a des-
aparecer algo de ti retorna y persiste (…).
Y, finalmente, en “Gloria Lagos Nilsson”: la nostalgia se amplifica cuando contamos / cómo se cae a pedazos la lluvia / pegada a la ventana mientras nos llueve sus nombres / todos esos instantes se perderán como lágrimas (…).

El conjunto de estos poemas titulados con nombres propios constituye una firme denuncia del terror sufrido por tantas mujeres durante el golpe cívico-militar, que Bustos Castillo enlaza con el que hoy en día padecen las mujeres en Chile a través del poema “Campillay”, el cual, junto con los poemas “Ollagüe cuartel” y “Santiago (des)memoria” completan la Segunda parte del libro.

“Ollagüe cuartel” rememora a las detenidas cuyos rostros ahora se llevan sobre el pecho en las marchas, y el horror pánico pavor pavura sufrido por ellas, porque no se puede transcribir esa aflicción / ni borrarla de los ojos / tras los ojos no se puede / tampoco de la boca / ni la voz humana (…). El siguiente poema “Santiago (des)memoria”, establece un paralelo entre el golpe cívico-militar ocurrido en Santiago en 1973 y el estallido social de 2019 con el imbunche, un ser mítico en la tradición popular mapuche y chilota, y el cual, según la definición del Diccionario de la Real Academia Española, es “maléfico, deforme y contrahecho, que lleva la cara vuelta hacia la espalda y anda sobre una pierna por tener la otra parte pegada a la nuca.” Cierra la Segunda parte el poema “Campillay”, que relaciona el presente con el pasado al referirse a la mutilación sufrida por Fabiola Campillai Rojas el 26 de noviembre de 2019, debido al impacto de una bomba lacrimógena lanzada por un excapitán de carabineros, que le fracturó el rostro y le provocó la pérdida de la visión, el gusto y el olfato, además de otras terribles secuelas: Algunas mañanas fue tuya la noche / algunas tardes tardías tu apellido frente a los ojos / detrás de las rejas y entre el cansancio / aparecían sus tonalidades / los crepúsculos / campillay / hecha de ellos. / Siempre regresas como la luz que conociste / y le arrebataron a tus pupilas.

La “Tercera parte: Plegarias desde la her(ida)” está precedida por un epígrafe de Gian Franco Pagliaro sobre la libertad y el alto costo que se paga por obtenerla, acompañado por la fotografía de una multitud que protesta frente a la Biblioteca Nacional, Alameda en Santiago de Chile, durante noviembre de 2019 a un mes del estallido social. Los tres poemas de esta Tercera parte, “Plegaria por una tierra en llamas”, “Patria nuestra que estás por los suelos” y “Dios no te salvó María” son de mayor extensión y, tal como lo indica el título de la sección, el primer poema es una plegaria, una oración que brota desde el dolor sangrante de la herida y desde la indignación, la ira y la desesperanza. La fuerza expresiva del poema reside en el tono apocalíptico e imprecatorio, las vívidas imágenes que contiene y las referencias religiosas: Peste que estás en los cielos / venga a nosotros tu tierra en llamas / danos hoy sombra, luz y máquinas / para controlar latidos en vuelo, /la fuega muerte y la inmortalidad del cangrejo (…) la sombra sobre nuestras vidas palpitando opacidad / rojo al centro y en el contorno del contorno grises / como plegarias que ya no descienden a los infiernos / ni sabrán resucitar al tercer día de entre los muertos. (…) Aquí habitan dragones / de rodillas ruego ardoroso promete limpiar la tierra / arde el mundo en los brazos del hijo / y nuestras súplicas de costado reptan (…).

Los poemas “Patria nuestra que estás por los suelos” y “Dios no te salvó María” están estructurados al modo de las dos oraciones principales de la tradición religiosa judeocristiana y reproducen el ritmo de tales oraciones que son las más importantes y conocidas. Pero el contenido crítico y de fuerte carga social de los textos poéticos esdiametralmente opuesto al de las oraciones cristianas, y está expresado en tono irónico y de reclamación que muestra claramente la voluntad de denuncia de la poeta.

En “Patria nuestra que estás por los suelos”, leemos: Santificada sea la corrupción / de los demócratasdemocratizadores / (…) Pueblo amordazado, / venga a nosotros tu reino / endeudando la vida / (…)Hágase tu voluntad aquí en la tierra expropiada / como en los demás recursos entregados a las transnacionales / Danos hoy la mascarada de cada día / (…) No nos dejes caer al océano Pacífico envenenado / Y líbranos de las AFP.El poema “Dios no te salvó María” que cierra el libro, comienza en tono sombrío y de denuncia, pero finaliza demanera positiva reafirmando y reivindicando el ser mujer: Maldita eres entre todas las mujeres / el cuerpo no es un envoltorio, / corpus negado / cuerpo usurpado / (…) Dios no te salvó María / Bendito es el fruto de tu vientre / útero eterno por los días de los días de los días / (…) Santa María Madre de Dios / Santa Victoria / Santa Libertad
/ Santa Bruja / Mater Dei / (…) Ahora y en la hora de nuestra vida consciente / Las voces de las diosas han despertado.


Entre las voces de las diosas que han despertado se destaca ahora la de Margarita Bustos Castillo. De su poesía se puede decir, con palabras de Miguel Hernández: [Su] cimiento será siempre el mismo: la tierra. [Su] destino es parar en las manos del pueblo. (…) Aquel que se atreve a manchar esas manos, aquellos que se atreven a deshonrar
esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán cegados.
La poesía de Margarita Bustos Castillo está en la búsqueda de esa parte de la lengua que faltaba y logra encontrar en la memoria y en el diálogo ético con la historia. Su poesía es, en verdad, viento del pueblo.

Daisy Zamora

San Francisco, Estados Unidos

6 febrero de 2022