No conozco más mañana
que este que ahora respiro.
Se ha congelado mi sangre al pensar en ti.
Mi sangre como una sombra o como una desdicha,
ciega ante tu ausencia.
Teníamos la vida y nuestra miradas,
los pasos erizados de nuestra piel…
pero te fuiste… te hiciste inconclusa
y te sumergiste en el orgullo y en el rencor.
De ti no quedó más que este atardecer
y esta copa de odio y de rabia,
que no beberé.
De ti quedó el espacio que no ocupas:
quedó la primavera que no quisiste fecundar.