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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Año 5. Nº11, junio 2025

Reseña de Libros

Andy Warhol y otros poemas

De Eugenio Dávalos Pomareda

Año: 2024

Editorial: Marciano Ediciones

Páginas: 80

Esa vieja costumbre de derribar estatuas.

Presentar el libro de Eugenio Dávalos Pomareda «Andy Warhol y otros poemas», requerirá que me disculpe su autor, la editorial Marciano Ediciones, ustedes, despiertos lectores y la masa, porque detrás de todo, hay una gran masa. Sucede que la invitación a presentar el libro despertó en mí una fantasía ochentera, es decir de juventud. Siento (disculpen mi desquiciada percepción) que se me ha encargado una misión política, peligrosa, clandestina, redentora y sin vuelta atrás. 

Así es como hoy estoy aquí dando la cara, sin chapa que oculte mi nombre, sin pañuelo ni capucha, sin más arma que las palabras. Una misión para Comando eXcultura, comandante de un grupo de maniobras de sabotaje, en un mundo que ha dejado atrás su búsqueda de sentido gregario, su búsqueda del bien común, su búsqueda de bienestar valórico, hasta el extremo de dejar atrás también la búsqueda de sostener la fe por un mundo mejor. A esa masa me refiero, a la masa de occidente, a la máquina devoradora neoliberal, a la devastación del sentido de humanidad, la máquina de hacer compras, el mete y saca de las tarjetas plásticas, el toma y daca de productos, el reemplazo de lo humano por la robótica, del inconsciente colectivo por el Google, de la filosofía por la Inteligencia artificial. 

Y así he estado, con la sensación un tanto paranoica y no menos mesiánica, de que tengo en mis manos un libro que es el modelo de bomba contemporánea, materia explosiva, artefacto perfecto, si le das a la adecuada manera de instalar el mecanismo de precisión, si te metes en la relojería profunda de la poesía, este y otros libros como este, este autor y otros autores como este, se llevarán por los aires la odiosa estatua neoliberal, engendros y sus familias de engendros, sus estirpes marcadas con el signo de Caín.

 

Estoy feliz (y no me quiten esta felicidad) de presentar este libro como quien participa de una- otra revolución. 

Demoré toda la vida en comprender el sentido profundo de las quemas de libros, las que me tocó ver y vivir en dictadura, las mismas que se podían leer anticipadamente en Fahrenheit 451 de Bradbury en 1953 y confieso que al leer este libro recién lo comprendí. 

Tenía desde antes la frase que le daba sentido a seguir habitando este mundo con una perspectiva revolucionaria. Quienes me conocen, conocen también la invocación, que he ido entregando como un mantra «Luchando por un apocalipsis mejor «. En eso estamos, querido Eugenio, hermanados, enfrentando los monstruos del apocalipsis. Seguramente cada época ha tenido su génesis y su apocalipsis. Eugenio Dávalos Pomareda identifica a uno de aquellos monstruos, que no es Andy Warhol, aunque usa sus pelucas, que no es el pop art, aunque usa su estética de mercado para masas, que no es Estados Unidos, aunque, tal como ellos, hemos perdido el temor a la gente, eliminando a la gente. Y así sabemos que no es la sopa Campbell’s, aunque sí la sopa Maggi de los ochenta y la sopa Maruchan de hoy. ¡Ay los íconos! Nuestra icónica  Mafalda  latinoamericana sabía que había que odiar las sopas y pócimas que con aparente inocencia nos dan. 

En cinco poemas a Andy Warhol, sin agraviar al artista, sin negar su ingreso al arte como un rompedor, Eugenio lo va liberando de la trampa en que se metió o lo metimos. Igual hay que querer a Andy, hay que querer a los artistas, hay que ver sus ternuras desnudas y dolientes. Junto a Eugenio podemos aprender que para los artistas la fama, la avidez por los premios en dólares o euros, las portadas y entrevistas, los viajes, el elitismo, los conciliábulos y el agua arrastrada a los molinos propios no podrían superar la sencilla belleza que hay en que te lleven un desayuno en la mañana, esa caricia suave, el cariño pequeño. 

Esa suavidad, el bonito trato, las buenas maneras está en el quehacer del poeta Dávalos, trabaja en las formas, depura su poética, es un oficiante y no solo un inspirado. Entrega la contención que requieren las emociones para la dificultad, tantas veces doliente, que es habitar el mundo y nuestra época. Puede que esté loco como la locura implícita que es ser poeta en el siglo XX y XXI, pero él se hace cargo de su locura. Y ser cable a tierra, cable o cuerda, cuerda o cuerdo es una postura ética en el arte. No cualquiera la tiene. Es fácil escribir en contra, la mano se suelta con la odiosidad, tal como los haters y los bots que rompen las cortas líneas melódicas que alcanzamos a hacer en las redes virtuales, donde no es posible ni conocerse, ni conversar. Es difícil escribir con cuidado, con la cautela del que sabe que su oficio es una larga conversación con otras voces y otros creadores vivos o muertos.

 

Sé que Eugenio se sentó a tener esa larga conversación con Andy, le pidió su retrato para la portada, eso es reconocer a un artista, pedirle su obra es valorarlo, decirle: antes que tú, nadie se atrevió a hacer chocar los colores, decirle:  Andy, abriste el mundo para lo queer, avanzaste en los derechos de las diversidades sexuales, puede que no te haya parecido importante, pero ves que por algo te corrieron bala tan joven. Eso le dijo Eugenio a Andy y Andy está con nosotros en esta presentación tan alejada de las grandes galerías del mercado, porque es posible que la poesía sea un limbo donde no estemos ni vivos ni muertos. 

En los otros poemas Eugenio nos dispara ráfagas de sensibilidad, desnuda sentimientos, amores, nostalgias. Un hombre que no le teme a llorar. Un poeta no le puede temer a llorar. Aparecen Kafka, o Gregorio Samsa (que también es Kafka), Lezama Lima con su neobarroco que pudiendo ser un desborde es la gran destreza de escritura. Rimbaud que quemó su juventud en las rodillas de lo que sería la escritura contemporánea, Malú Urriola que lo que tengo para decir no lo digo porque aún la lloro desde cada estrella. Cada poema combina desnudez con maestría. Sígalo usted, léalo usted, óigalo usted. No me crea que eran bombas que harían volar todo por los aires. Deje que me contradiga. En este mundo, amalgama desquiciada, somos» flor de contradicciones bailando un foxtrot» En este mismo mundo usted puede disfrutar comiendo una jugosa naranja Thompson mientras una madre vende a su hija por 100 won. 

Y también me contradigo para borrar lo que dije al comienzo, para burlar a la policía secreta y para que, como Eugenio Dávalos Pomareda, podamos, con la poesía, seguir dando esta pelea desigual. 

Acerca de la autora:

Mirka Arriagada Vladilo (1964) Poeta, psiquiatra y documentalista de la era análoga. Estudió Medicina en la Universidad de Chile. Formación de Psiquiatra Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barack. Formación en terapia dinámica y estudios psicoanalíticos. Ha participado en los talleres de poesía de Cecilia Casanova 1987 y Manuel Silva Acevedo 1988 a 1990. Cofundadora del grupo literario Lilith. 1987 a 1990.