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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Año 5. Nº11, junio 2025

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El abrazo nos salvó de la muerte,
tal como el sueño, de ahogarnos en la inconsciencia.

Cada tarde te busqué tras el vaho
que brotaba del aliento de la luna.

Cada noche abracé tu oscuridad
hasta abrir los ojos después de perderme en ti.

Cada tarde evité dormirme bajo la piedra
que oculta el horizonte de tus manos.

Cada noche callé pronunciar la ley del pensamiento
y apagué mi corazón para ver la luz.

Si mis labios no hubiesen rociado
la flor de mis deseos en cada oasis de tu piel,
mi ser y tu ser habrían enceguecido
hasta contemplar la música de la aurora.

Nuestro abrazo nos salvó del olvido…
Escribió con pluma de fuego
el sigilo feliz de nuestros pasos
hasta ocultarnos de la muerte,
hasta moldearnos como agua de río,
hasta nombrarnos intactos de tiempo,
hasta entregarnos la ciencia de la nula eternidad.