De súbito llegaste con círculos de amaneceres
como una montaña levantándose lejos
en medio de la nada cuando todo se eleva
con inmensas alas de torrentes de hielo.
Sentí despertarme por mi mar de adentro
con hierba marina en mis pies descalzos
pisé fuertemente un camino de estrellas
hasta abrirse en mi cuerpo una estela de abrazos.
Ay, Julia de Burgos, de repente llegas con mil gaviotas
con tu ajuar de palabras a navegar en mi espacio
traes tu sublime fragancia de rosas
y profunda nostalgia para adornar mi regazo.
Tus versos me despiertan esta madrugada
como si fuera una de las tuyas
escribo entre penumbras para no olvidarte
queriendo conocer tu magia y desventura.
Ay, Julia, maestra mulata de la patria amada
emigraste pronto al seno del imperio
con la bandera nuestra entre tu pecho
y tu voz feminista y libertaria.
Tus poemas marineros de amor y de desvelos
me llevan a tu amante Río Grande de Loíza,
tu rostro de ensueño en la cubierta de tu libro
me murmura tu paso por La Habana.
Poeta amanecida del amor, Hija del Barrio
y de las calles de East Harlem y de Brooklyn,
tus versos cadenciosos me colman de embeleso
y te veo navegar con golondrinas el universo entero.
Despacio despliego las alas de mis huesos y escucho
tu voz entrecortada entre olas de un silencio iluminado.
Tu ardiente amor eterno vaga libre en la galaxia
tu sublime sendero poético se compenetra con mi alma.