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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

La casa vacía

La casa del advenimiento,

del amor en ríos y apacibles vientos;

de los párpados mojados

de los encuentros. 

La casa cuna de los nacidos    

y de los adioses fúnebres 

de los envejecidos; 

de la existencia y la muerte; 

y de los presentes y antepasados,   

de los principios y desenlaces, 

de los amores y recuerdos. 

Entre los tablones de tus retablos 

quiero volver a escuchar mis pasos

y los pasos de mi madre, 

en sus afanes y esmeros,

dulce madre tus pies

 ¿Dónde van recorriendo?  

y tus manos, en mi frente tus manos.

La casa de los hijos vestidos 

de la paz profesada y los cariños 

de padres, hermanos y abuelos;  

todos bebiendo en el mismo vaso 

el vino de la alegría 

y el canto de los reunidos.

Casa de los muros con diáfanos secretos,

cada rincón una historia y un suceso, 

de llantos y consuelos en silencio,  

en la misma almohada dormidos  

al calor de fuego bermejo;

donde todo tormento 

se volvía tregua y sosiego.

La casa de mis padres ya ancianos

me espera 

y me acompaña en el pensamiento;

madre con brazos abiertos, 

padre con dedicación y afecto;

la casa de los cariños afables 

de las amistades 

y de los parientes lejanos.

La casa iglesia doméstica 

de la Virgen María y mi Cristo, 

de San José y el Espíritu Santo

y de los ángeles custodios. 

Casa puerta adentro,

jardines en azahares floridos 

y fecundos huertos prolíferos. 

No se extingan nunca los rostros

de los míos y de los amados,  

que no se ennegrezca tu encanto 

en la casa de mis anhelos. 

La casa de los ausentes de antaño 

será nostalgia en días remotos,  

solo habitarán el mutismo y el polvo,

con Diógenes de Sinope y las cosas en olvido. 

Tristemente los que amaban se han marchado 

lejos de sus recuerdos a otros gozos, 

donde todos son pasajeros, 

entre arreboles del ocaso 

al Empíreo lucero constelado.