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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

Cordillera y Valle del Choapa

Puñado de tierra de sortilegios y encantos,

voy por tus laderas entre llamamientos,  

como el fantasma en su estremecimiento 

a disputar su vida sin saberla muerta:

sin descanso, sin sosiego, embelesado en vuelo.

La luz de sol inunda de Chalinga a Limahuida 

y al Choapa, su piedra salamanquita,

pinta dorado el maizal y los sarmientos, 

la vid y el nocedal, el damasco y el níspero

qué bello es el cielo de Mincha al Coirón.  

Hervidero de vestigios diaguitas, 

flechas y petroglifos pintados en las orillas

de los ríos y esteros, que nacen de la roca andina, 

india agua precipitada y despedida,

por este tiempo escasa e implorada; 

coipos, chunchos, chinchillas y víboras  

vayan corriendo por las lejanías;

son todas suyas estas bellezas de indiada, 

bébanse el agua y caven madrigueras, 

suya es la tierra del vergel soleada. 

La cabra blanca por las piedrecillas anduvo,

el cóndor, el zorro y el puma entre espinos

y algarrobos, se miran sigilosos estremecidos, 

cada cual en su paso sempiterno a sus nidadas,

comiendo el mismo pasto a sorbos sedientos. 

No te olvidaré tierra, por eso he vuelto, 

habré olvidado el mar y el cielo en su apogeo, 

no así la tribu de diaguitas en ardimiento 

de este amor que te profeso con mi sangre de indio

y me levantaré sobre el Manquehua agradeciendo

el sol de Coquimbo.