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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

Canto a la tierra

Te canto tierra mientras corro en tus caminos, 

a tu suelo bendito de sol, le canto tierra;

doy gracias por tus frutos, tu suelo lindo, 

tus retazos de colores y tu agua bendita 

diáfana, que brota por tus grietas de crisol.

Tierra hermosa, nunca poseí de tus minas

los diamantes y el oro de tus canteras rotas, 

si no la belleza de tus montañas altas;

los nardos y rosales floridos y sus fragancias 

y de tus trigales el dorado de sus nacientes albas.

Tierra tan humilde y herida, 

lloras por la resina de tus troncos incisos,

por el fuego que quemó tu suelo

y mató la vida sencilla de tus seres

reduciéndolas a cenizas inolvidables 

y así te levantas y sacudes las ruinas al viento,

volviendo a renacer del fuego abrasado  

tornando a teñir de arcoíris la vida,

el verde pasto y los árboles ingenuos 

que vuelven a nacer ante los ojos del indolente.

Cordillera bella y multiforme 

moldeada y diseñada por las aguas, 

que corren y desgastan tus quebradas,

en mantos que se dejan caer del cielo

con mil matices y multicolores 

¿Cuántos dragones dormidos

en sueños perennes, bajo tus velos ocres?  

Tierra mía y de todos los que te aman,

sé que un día en una fosa cruenta 

impetuosamente cavada por el sepultador, 

he de caer sin vida abrazando 

y con mi boca muerta besando

tu corazón cálido de piedras,

solo poseyendo la tierra en mis manos, 

la que se aloja en tus frutos cortados 

y de donde vine, he de volver al polvo 

de tus entrañas, orbe amado.