VI

Si puedo caminar todo está bien

paso a paso por el largo corredor.

¿Está lejos la pared del fondo?  No la puedo ver.

¡No me sueltes, sujétame en tu brazo

que ya desfalleciendo estoy!

Y cuando al fin, temblorosa, con los dedos

pude sentir en las yemas la puerta de acero

que estaba al otro lado de la niebla, sonreí

y mi risa fue un sollozo.