A Verly, mi primogénito, a nuestra casa en Chinchacoja
Hubo noches en que la luna se colaba fina por entre las sábanas, días en que el agua inundaba nuestro llanto, mínimas bonanzas bajo agujeros por donde los astros nos hacían partícipes del mundo. Al borde de la laguna, aguas fosilizadas, hechicería, voces distantes, criaturas inmóviles, canto descarnado. Mañanas en que la luz me hostigaba.
Observo cada embestida de las aguas cuando la laguna se consume,
y es abril,
en el jardín despuntan espigas de gladiolos.