A Rafael Vilches Águila y Petronila Rojas Aragón, mis abuelos
Habitan libros carcomidos, son barcazas en la biblioteca por el cuarto menguante, revuelan mariposas nocturnas junto a túmulos de huesos que simulan la cama, nuestros cuerpos, macerados personajes, humo de café, apenas aroma, granulados polvos de hechicería. Yo soy isla, candelabro, instante donde me instigan los contertulios. Un silencio de aljibe recóndito se deposita en mi carne.