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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Año 5. Nº11, junio 2025

Rupanco

Es bueno escribir de sitios que no se conoce.
Rupanco es un lugar del sur profundo
pero tiene una sucursal en la Vega de Santiago.
Un bar de cervezas, cargadores, hinchas
y mujeres que buscan hombres de verdad.
Hay un peñi que parece una roca de montaña.
Un brazo de él es del espesor de una pierna
de una persona que va al gimnasio.
Lo tienen para servir cerveza
y cuidar por si alguien hace lío.
“Tranquilo”, dice a cada rato. Un mantra.
Se lo dice a sí mismo y a los demás.
Si le pone la mano encima a alguien, lo mata.
Quién va a decirle algo a tamaña mole.
Conversé con él y me dijo
que lo hacían enganchar camiones y hacer tareas
de las que nadie más era capaz.
Que eran unos abusadores. Tranquilo.
Y que le pagaban —tranquilo— una cagada.
Luego hacía este otro trabajo, tranquilo.
Eso le desea a todos y repite para sí: tranquilo.
Nos despedimos y me desea con afecto
sí, claro, que esté tranquilo. Tranquilo.