Benditos sean los sueños del hombre
en un viaje tan largo, y la pampa.
Sueño reparador mientras duermen en el bus
y sueño de trabajo y espacio en el lugar
al que se dirigen con termos, frazadas
y cajas de cartón en vez de valijas.
Una niñita canta en el asiento trasero.
La mamá la hace callar. Cómo decirle
que esa voz es música escasa
y es imposible que alguien se moleste.
Nunca se sabe, en algunos territorios
hasta las piedras son fascistas.
Uno de tus ojos padece un derrame
de gel vítreo que te recuerda
1) la inexistencia de la pureza,
2) lo innecesario de la alta definición
3) la necesidad de un velo y otro idioma.
Encima, llueve. Hay entonces
dos aduanas o filtros entre el ojo
y las imágenes de terror industrial
del recorrido. Por ahí, un árbol.
Además —te aviso— la ventana del bus
se empañó por dentro con el aliento cálido
de los niños que duermen
en un viaje tan largo, y la pampa.