Me busca
como un cóndor el destino;
como la fiebre y la palabra, me busca.
A veces, parecido a la revolución,
al humo de una fábrica,
a la canción del amor
que ya no tengo
o a la luna roja.
A veces, como un hijo
bastardo de la verdad;
a veces, como una ruleta
o un arma que siempre acierta.
Me busca
como un cóndor arrodillado el destino
sentado en el cordón de la vereda.
Me busca
como el invierno y la pobreza
y el egoísmo y la fatiga.
Y yo paso en bicicleta,
lo miro,
le doy mi hígado como una ofrenda
y me voy cantando
como el pájaro que sabe
que armó su nido
en el rincón vulnerable de la trinchera.