El mundo es
una mujer en camisón
pintada sobre el lienzo
que baila erguida
para que no la vean
pasar cobarde.
Con manos de madre
abre
el pliegue de un sueño
y a la hora de las flores,
sus ojos de vidrio.
Nunca es tarde
piensa
si
el día promete
abrir la boca
para decir la vida
y cede el invierno
para poblar el mundo.
Empalagada la noche
como un sol doble
sobre sus mejillas
asoma
la esperanza
vientos de resistencia
en este año interminable
y teje desde su dolor individual
el dolor del mundo
para que no nos vean
tampoco a nosotros
pasar cobardes por la vida.