(Kuu)
La fuente de mi canto
En el gélido viento del norte
¿Acaso no depositará su rocío
En el alma de mi pueblo?
Aquí, en las nieves del norte,
Acaso el mirto perfumado
No florece entre las rocas
De los valles umbríos,
La lengua de nuestro pueblo
Que como riachuelo plácido
Cruza sosegado las praderas
O bajo el cielo dorado,
Ajeno a su belleza,
Sin estridencia en su voz,
Sin conocer su fuerza,
Es como el trueno en el cielo,
Como el rugido del mar:
¿No podría la lengua de este pueblo
En el viento del canto
Elevarse hasta el cielo
Y buscar en él la eternidad?
Así inicio yo mi canto
A los astros del azul,
Del diáfano cielo, mientras
Contemplo con gozo desde
Esta tierra la otra patria;
A ti te canto, oh luna,
Que reinas en la noche,
Que brotas del seno
De las nubes, como una flor
De su capullo, con tu blanca
Cara alegre, bajo el cielo,
Del que los astros ardientes
Se precipitan ante ti
En la niebla tenebrosa.
Así tú, espíritu humano
Flotas en esas brumas,
Cuando tu pensamiento
Va en pos de Dios
Debajo de las estrellas.
(1818)
(Trad. Albert Lázaro-Tinaut)