A la chica de la línea B
Fumaste el miedo de días iguales
y fue alimento ritual para tus demonios
alimañas submarinas que esperan verte saltar
posaste los dedos en el borde del miedo
un juego de ausencias en el que entrampada
pagaste con perversión
ver en el fuego la verdad de tu nombre
Cuánto límite fue sangrar
la cabeza contra el vidrio del tedio
y quemarse en la planta de los pies
esa niña que esperabas ser
Cuando te has visto en el fondo
solo besada en la frente por tus criaturas de mar
y te han descubierto bajo sus alas
el abandono
una pequeña voz que se bebe
la sangre de los que deciden a diario
soltar el mundo y caer
cuánto pagás por disimular
te estás llorando el corazón aunque no sepas
te estás clavando el filo religioso de un mártir
y no hay nadie que sostenga ese edificio
del otro lado de tu adornada pared.