El chico que fuiste llegó desde tan lejos
traía bajo el brazo un pedacito del nogal que lo había sostenido
el daño que intentabas componer
frotando una varilla contra lo posible
¿cuántas vueltas tuvimos que dar para llegar hasta acá? pienso
pusiste la canción sobre una piedra
para que ardiera al rayo del sol
lastimada por el filo de lo que pasa sin querer
brilló como el cielo más claro en el que creímos un día
la tomé entre las manos
mojada por los restos de un aguacero a destiempo
un relámpago que trajo sosiego al insomnio
de lo que no íbamos a soportar otra vez
¿qué cambiarías de lo que vimos
si es verdad que todavía podemos?
mañana el miedo va a arrasar con todo
y yo cierro los ojos en esta oscuridad
escuchándote decirlo
mi vida es tan urgente y no hay tiempo para hablar
no busquemos debajo de los pliegues
ya no vale la pena
no hay casa para protegernos
la noche susurra y no se calla
solo es polvo sobre los muebles
y no vemos por la ventana que todavía puede amanecer
ahora que sos el bosque
y un claro de luz sobre la tierra
es tu manera de mostrarme una herida
donde plantamos palabras como enredaderas para cobijarnos
en ese contorno de escarcha
el fuego en el que creías ya se había apagado mucho antes
y hay una madera astillada para recordártelo
dame tu mano, me pedís
para mostrarme una nueva forma del amor
la voz de otros niños parecidos a nosotros
que buscan un camino por la sombra de esa misma espesura.
(De Poesías del Estero, selección y prólogo a cargo de Silvio Mattoni, edición Municipalidad Capital de Santiago del Estero, Santiago del Estero, Argentina, 2021)