La vio salir tambaleante al portal de Pino.
Estaba sofocado en medio de la turba
que prometía toda una prole
a cambio de tener un vuelo con la reina.
Él era uno de los elegidos para expulsar en ella la vida.
Alimentado y cuidado para ser un verdadero macho.
Aguardar, hacía que la lujuria se le saliera por los ojos.
Alzó vuelo con sus ojos saltones
puestos en el enorme trasero de la monarca.
Aventajaba lo más que podía
mientras muchos se desmayaban de cansancio.
Ella volteó la mirada para asegurar sus quehaceres
con la casi docena de tórridos amantes que quedaban.
Se precipitó contra él
que se empujó primero.
Embelesado se aferró al aturdimiento
de la batalla de la que nadie regresa.
Honor exclusivo de acabar mutilado por amor.