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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

Instrucciones para desvestirse

Si ha recurrido a este instructivo es probable que se trabe en la quimera del cotidiano actuar del desvestirse, el que a primera vista suele parecer simple, incluso ridículo, automático o inconsciente, pero es un fino arte que para algunos se vuelve complejo. 

El desvestirse tendrá entonces que ver con el decoro del que se está por desnudar, pero también con el ritmo del día, o de posibles espectadores del acto.

Es así como las damitas pudorosas se desnudan con la mano hábil, mientras se cubren los puntos cardinales con la otra.

Las doñas dueñas de sí mismas, lo hacen con propiedad sea rápido o lento, dejando la ropa interior como una opción y no como deber, lo que hace que la acción sea más expedita, estando presente un otro o solo una yo.

Si es un día de trabajo que empieza, y usted es una mujer, es preferible que al quitarse la pijama, lo haga con un solo movimiento y solo cuando esté segura que la temperatura de la ducha le acomoda. 

Ahora si vuelve a casa después de un día pesado de anhelo y distancia social, lo puede hacer sentada a los pies de la cama, muy lentamente mientras se distrae y se queda inmóvil y boquiabierta mirando la televisión, poniendo entonces la pierna izquierda sobre la derecha, abrazando con la muñeca derecha el tobillo mientras quita la bota o sandalia, para luego subir por la gravedad y la entropía de la vestimenta, siguiendo así con los pantalones, luego con la blusa, para finalizar con esa lencería típicamente comprada en algún supermercado, pues es un día cualquiera. 

Si hablamos de una noche nupcial o noche de sencilla alta temperatura lo ideal sería ser desvestida por un aliado intrépido de ácida iniciativa.

En caso contrario es recomendable desvestirse con pausa y suspenso, con ese toque tierno de la torpeza y también con el elevado paso de la improvisación, mas siempre habrá de procurar entrecerrar los ojos y mantener la mirada fija para que el espectador o público conocedor padezca de fiebre sin remedio.

Si usted es un varón tradicional ha de desvestirse con mucho desdén y premura, sea el escenario que sea, habiendo espectadores o no, siempre hará el ademán monocromático de quitarse la ropa y dejarla en el suelo, amontonada en una silla o bien si tiene caprichos marciales la dejará colgada con el cabezal del colgador hacia dentro para luego seguir el día.

Ahora bien si se trata de un hombre jugador de la prudencia o con cierto encanto, si se podrán barajar distintas mañas para desnudarse, como lo será desabotonar la camisa escuchando como se estiran los hilos y el algodón, quitarse lentamente los calcetines planchados, doblar con ternura el pantalón por sobre los pliegues, mantener la llama del público íntimo con una barbuda sonrisa o aullar a la luna con melodía cálida con la pijama a medio poner.

La empresa no se hace responsable de las consecuencias que atraviese el usuario después de ejercer la acción aquí detallada, ya sean por mucho inesperadas y confortables o asombrosamente decepcionantes.

Se recomienda leer la letra chica.