Increíble! Eugenio Dávalos Pomareda,
poeta,
me contacta desde Chile cada dos o tres días
para saber cómo estoy.
Dirige una revista y desearía
publicar algunas de mis poesías.
Su buscarme es desinteresado y auténtico;
contrasta fuertemente con la ausencia
-igualmente auténtica –
de un amigo de carrete,
interesado en salir conmigo
solamente cuando no juega la Juventus
y cuando se ve obligado
en ocupar la única noche libre del mes,
por temor a la soledad y
por la famosa ferocidad que esa implica.
En cambio,
el poeta chileno que me busca y me descubre,
se pelea con el silencio
metódico de los vecinos del pasillo,
los cuales incluso podrían no saber cómo
me llamo;
o, más bien,
no abrirían por nada la puerta si los buscaras,
simulando incluso de olvidarme;
privilegiando el himno de Mameli
y cuatro patadas a la pelota,
clavados como cabezas huecas en el sillón
a mirar los dioses del fútbol.
.
Incredibile! Eugenio Dávalos Pomareda,
poeta,
mi contatta dal Cile ogni due o tre giorni
per sapere come sto.
Dirige una rivista e vorrebbe
pubblicare alcune mie poesie.
Il suo cercarmi disinteressato è autentico;
contrasta fortemente con l’assenza
‒ comunque autentica ‒
di un amico di bisbocce,
interessato a uscire con me
soltanto quando non gioca la Juventus
e quando si vede costretto
a impegnare l’unica serata libera del mese,
per timore della solitudine e
della famosa ferocia che essa comporta.
Invece,
il poeta cileno che mi cerca e mi stana,
fa a pugni con il silenzio
metodico dei vicini di pianerottolo,
i quali potrebbero non sapere nemmeno come mi chiamo;
o, piuttosto,
non aprirebbero affatto la porta se li cercassi,
facendo addirittura finta di dimenticarmi;
privilegiando l’inno di Mameli
e quattro calci al pallone,
conficcati come ebeti nel divano
a guardare gli dei del calcio.