Los elefantes blancos guardan un secreto
Su aguda memoria registra el brillo del instante de la creación
Inevitable es el fuego
de dos coordenadas que se intersectan en un punto cualquiera
Toda recta es un simulacro de los ojos
La corona es elíptica
Los elefantes blancos
oyen mayar las almas de los gatos muertos
Saben que cantar es un acto imaginario
y que la luz es un acontecimiento puramente reflejo
Nada hay de malo en su apreciación de mundo
Sin embargo
oyen mayar las almas de los gatos muertos
(De Hotel Marconi, 1998)