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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Otoño Año 3. Nº8, junio 2022

A Lydia J.*

“Denn an den Dornen merkst du,

                                     dass du die Rose hast…“**

Cuando aún era joven

y andaba por los bosques,

recolectando flores,

jamás estuve atento

para que descubrieran

mis ojos si crecían

espinas en los tallos  

de las esbeltas rosas.

Más tarde, cierto día

una gota de sangre

mostró herido mi dedo.

Con esta punzadura

corrí a casa, contento:

¡Quiera Dios que cada espina

de una flamante rosa

me arranque amor y sangre!

Así, en cuanto se enfríen

mi corazón y el mundo,

al amor de la lumbre podré

templar sus frescos recuerdos

y evocar la primavera,

cuando en su plena lozanía

todas las flores suspiraban:

¡oh amada, oh amada!

(1868)

(Trad. Albert Lázaro-Tinaut)

* Kreutzwald dedica secretamente este poema a la máxima exponente de la lírica romántica estonia, Lydia Koidula (seudónimo de Lydia Jannsen, de la cual se enamoró (platónicamente) en su madurez.**  En alemán:  “Pues de las espinas notas que se trata de la rosa…”