El amanecer
y nosotros:
la altura promueve
su asomo
a través
de la irreversible
ruta de la raza.
.
El mar herido
desplaza su playa
hasta la certeza
más lejana.
La premura
avanza
a tientas
entre la furia
del despojo
y la a veces terca
convivencia del cuerpo
y la palabra.
.
La invitación
impide
a los efímeros
huesos del infierno
su proclama.
El aviso se nos cierra
al despertar tu boca
y se abre descuidado
en mi ventana.
.
El amanecer y nosotros:
la jornada despunta
cuando el sol se entera
del sabor del agua.