Considero escrita
la última hoja del árbol
que desentona en los cementos
mientras los goznes de la acción
no traigan otra cosa
que la velocidad encanecida
por las calles
y sus fotografías indiscretas.
El hombre que se desplaza ligero
lo hace más por costumbre
que por distinguirse
de los húmedos muros
de sus conceptos.
.
Las figuras vistas
a través del lente
nunca están a la intemperie:
son instantes protegidos
de esa lasciva desesperanza
en la que impera la quietud;
son la colección de proyectos
descompuestos
y arrancados a la realidad
como felices chispazos.
El hombre que piensa lento
posee la gran ventaja
de no haber llegado
a parte alguna
que dé tiempo para los rezos.
.
Las denuncias del espejo
aparecen ingenuas
si el mundo gira en un sistema
de silencios elípticos
donde no haya más designio
que las postrimerías.
El hombre que ignora los reflejos
cierra los ojos
para ver la transparencia
de las hojas infinitas
del árbol velado por sus sueños.