Recorre la neblina
mi interior de fierro
lata y madera
Empotrado en columnas de ladrillo
soy un paréntesis vergonzoso en la pendiente
No hay algarabía de niños
conversaciones ni saludos
sonrisas de vecinos
Nadie se encarama a mi ventana enrejada
para otear el puerto
como si me hubieran arrancado los ojos
Me inmovilizaron
atado a los cables que siempre dieron vida
a mi ir y venir
sobre el cerro
¿Qué pasará este invierno?
Se oxidarán mis huesos y
otra vez alguien gritará
a mi interior
La palabra rebotará
como una piedra lo hace en el borde de la roca
Nadie es mi nombre
Olvido mi habitante
Todos los pasajeros depositarán sus flores en la ventanilla cerrada
y alguien sorprenderá al silencio
de este reducto
deshabitado
en la noche
Un vagabundo amanecerá sonriendo
al frío de la madrugada
Será el último pasajero
De “Otras Voces / Cuando hablan las cosas”, (Editorial Alba, 2018)