(1)
Reposamos sobre una mesa
Una y otra vez
nos refriega su mirada
Elimina palabras
hiere nuestra piel
escribe signos nuevos
Los días más tranquilos
son los vividos entre libros
cajas y cuadernos
No conversan los dibujos
tan sólo hacen guiños
y garabatean extrañas imágenes
Mejor es la compañía del silencio
que el poeta aprovecha para acariciarnos
llorar y reír con voces ausentes
voces que jamás conocimos
(2)
No es fácil ser poema
de un ser tan veleidoso
Vivimos con temor
a ser destruidos
una mañana en que el sol no alumbre suficiente
o las cosas vayan mal en casa
cierta palabra exagere
o las frases marchen en direcciones inciertas
¿Qué culpa hay en nosotros
pobres poemas inventados
si no alumbra en su cerebro
otra luz que no sea la tristeza?
Es difícil esta apretura
doblado o arrugado
entre diversos papeles
para optar al fin a ser leídos
y escuchar el aplauso
que hincha su ilusoria vanidad
(3)
Preferiríamos ser cuento
guión o novela
para no sufrir tanta humillación
Rayados
recortados
copiados
borrados
a veces destruidos
y hasta recuperados de un papelero
sólo porque un desventurado e inseguro
intelectual
posa de ser poeta
Cuán bello sería
relatar una trama de suspenso
estar en un libro bien empastado
en las manos de una dama
o sentir su aroma
en la mesita de noche
Tal vez seríamos parte
de una novela de amor
y correríamos abrazados
al pecho de una adolescente
Pero no nos engañemos
somos tan sólo unas palabras sueltas
y sin sentido
en la carpeta
de un aprendiz
(4)
Olvidados en el bulto
de antiguos papeles
transcurren a oscuras
los años
seca la piel
amarillenta
y unos surcos de tinta
sobre las hojas
que una vez
fueron fresca conversación
No fue nuestra figura
la más perfecta selección gramatical
ni lucimos ideas
tan brillantes
para aprobar en la academia
de la buena lírica
Sólo queda la esperanza
de la nostalgia
de años juveniles
o alguna expresión acertada
que nos salve del fuego
(5)
Grande fue el destino de ellos
impresos gráciles firmes
con letra ornamental por cabecera
y exquisito dibujo
de la mano de un artista
Envueltos en aplausos
reconocidos por sus títulos
en oro y góticas
los que escribió el afamado poeta
Si son buenos o malos ya no importa
pero su lustre abarcó el siglo
Remiendan el tiempo herido
de tantos enamorados
y el descosido pecho de hombres solitarios
Dan sustento al librero
horas densas de coloquio al entendido
razones al crítico
más dinero editorial
y algún asunto al discurso del camarada
Envidiamos el lugar que ellos ocupan
el patio de honor en el parnaso de las letras
Catapultados por mano experta
pluma de oro
voces de un ave del paraíso
En tanto nosotros
somos apenas
los ejercicios inciertos
y el picoteo hambriento en la costra terrestre
de un gorrión sin rumbo
(6)
La existencia de un poema
transcurre plácida
en el cuaderno anónimo
mientras no se imprime en los más de treinta paneles
de papel
este primoroso biombo llamado
libro
Allí comienza su desvarío y su calvario
Desde la entrada
por la pasarela inaugural
las mentiras de familia y amigos del poeta
hasta las bofetadas y elogios de la crítica
Por eso me agrada esta vida sin prisas
sin mayor exigencia
que expresar a esta mujer
todo el fervor de su poeta
(7)
Ahora todos saben
que no estamos muertos
y no somos un puñado
de palabras cursis
ni una rara especie
en extinción
objeto de estudio para
filólogos y
expertos en alguna
lengua muerta
porque estamos más vivos
que la conversación
callejera
o ese grito pintado
en el muro
Pero es preciso aclarar
que defenderemos
nuestro territorio
de hordas literarias
y de expropiadores
del estado
Tampoco nos venderemos
Las ideas no son
un bien de consumo
Nosotros los poemas
respiramos como
el ramaje de un árbol
Estamos tan vivos
como la hierba
cubierta de rocío
en la mañana
Nos alimentamos de
la vida que bulle
al interior de los humanos
y sangra nuestra piel
con la injusticia
la yaga del hambre
y la destrucción de
la guerra
No somos un adorno
de sala de hotel
ni palabras bonitas
para un discurso
fúnebre
Somos el signo tatuado
en la piel de las muchedumbres
la voz silenciosa
de la multitud
De “Otras Voces / Cuando hablan las cosas”, (Editorial Alba, 2018)