A esta hora que escribí lo que escribí
Como un escribano corriente que afila su oficio durante días absorbentes
Los huesos de la memoria construyen una cruz invisible
En que mis palabras sufrirán su vía crucis
Crucificadas por el olvido hasta volverlas inexistentes
Pero quien quiera escribir debe someterse al sacrificio
Debe sentir en carne propia el abandono de los dioses
Nadie puede escribir y luego declararse inocente
Los signos suelen cobrar caro su aparición en este mundo
Y no hay escritura sin penitencia
Que se convierte en el pan de cada día
Al escudriñar ensimismado
los bemoles del oficio
Aquel martirio gozoso que nos fue dado
sin que nosotros lo pidiésemos