Buscar

Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Primavera Año 3. Nº9, octubre 2022

Undécima elegía

Frente a la torre

del castillo de Duino dos turistas

hablan en alemán

mientras la hiedra antigua cubre

la piedra estremecida de calor y silencio. 

Van con viseras de tela y las mejillas 

mojadas y encendidas.

.

Miro el paisaje 

y pienso en los ángeles de Rilke.

Las almenas que miran al Adriático 

son reptiles atribulados por un dios inclemente. 

Cada gaviota tiene su cetro en una cúpula 

de asientos previsibles (pero no numerados)  

y el agave, 

que tarda una vida en florecer, 

parece una criatura lunar.

.

A lo lejos, las islas 

son damas que quieren estar solas.

.

Piedras y árboles 

irradian una sabiduría secular

pero no han oído nada 

de nosotros:

las instrucciones para domesticar un caracol, 

las migas arrojadas de los barcos para alimentar a las sirenas,

una hija que se llamaría Svetlana,

las cosas que dijimos mientras caminábamos 

como esos alemanes que comparten 

la botella de agua mineral.   

.

Por entonces, mis viajes

solían coincidir con el presente

y los mirlos cantaban como oráculos

mostrándonos la única 

dirección del suceder.

.

¿Sabías que los mirlos 

desarrollan su propia melodía 

y, al acabar, repiten 

esa misma canción hasta morir?

.

Quizás un día vuelva a creer en lo que dura.

Pero aún me distrae 

la belleza.