Reseña de Libros

El tic-tac del Little Boy

De Araceli Lacore

Año: 2021

Editorial: Ediciones en Danza

Páginas: 58

¿Qué es un padre en un río? Se pregunta la hablante en este pequeño, pero explosivo libro de Araceli Lacore, “Mi padre / también es un hombre / un hombre / frente a una niña / deslumbrada / por el objeto que brilla”.

Araceli Lacore es una poeta argentina que nos hace entrega de su segundo poemario, un libro titulado El tic tac del Little Boy, aquella bomba con nombre tan inocente que terminó con la vida de más de 100.000 personas en Hiroshima. Ese tic tac asola todo el libro de Lacore segundos antes que explose el pequeño niño 600 metros sobre la poblada ciudad japonesa. ¿Qué es lo que hace estallar esta obra? Pareciera ser un hogar, pues el lector recibe los restos del padre, la madre, la hija. Inquietante libro, sugerente, estremecedor. Araceli nos pone en una disyuntiva y un presagio “no hay luz que ilumine / la noche que se viene”. ¿Cuál es esa tragedia que se avecina? El tic tac de Little Boy: “mi padre no sabe quién es / en sus delirios me pide sexo”. El lector puede conjeturar, lo cierto es que no se quedará indiferente ante las páginas de este libro.

Araceli Lacore escribió un libro magistral con una temática compleja, a la que ella le da un tratamiento sutil, sugestivo que me hace recordar las palabras de mi antiguo profesor de Estética, Radoslav Ivelic, ex director del Museo Nacional de Arte, “eludir para aludir”. Araceli Lacore no es un cien por ciento explicita en lo que nos quiere decir, sino que nos insinúa y puede que la atmósfera que genera nos parezca envenenada como Hiroshima luego de la explosión atómica, porque este libro es una pequeña, pero potente bomba atómica que no te dejará indiferente, querido y recordado lector: “Padre quiénes somos / no corre una gota de lluvia sobre el vientre / y por fin los vientos entraron en combate / podemos oler de lejos, se acerca la primavera”.

Hay que leer a Araceli Lacore, está abriendo vetas insospechadas.

Citemos algunos poemas:

 

La profecía

Me desnudaste frente a la mesa del comedor

y aplaudiste

en el aire, por supuesto,

el asedio de la primavera

alimentaste mi cuerpo

para dárselo al mundo

me diste nombre

esplendores

una tempestad tras otra

supiste, capciosa

de la profecía

tomaste el vestido

y envuelto en mi cuerpo

mostraste

tu sonrisa de hiena

hoy que los días vuelven como balas

dentro del cuerpo de un ciervo

preparo las ofrendas

para ubicarte en la tierra

y quebrar el destino

 

Compañero de habitación

Quieren ponerle un tubo y lo tajean

jadea como un cerdo

sostiene con firmeza la baranda de la cama

los ojos dan vueltas

como astros descontrolados

lo observo desde un rincón

y quiero que reviente

el sonido de la muerte

es igual al sexo

que acabe por dios

que acabe

 

Razones

¿Ves a lo lejos?

El lobo no aúlla

gime

las cenizas del ayer

corren por su lengua

el alerce

sus frutos amplios

la pira

quemó tu descendencia

el que todo lo ve

se fue de tu lado

tigre o cordero

¿Quién mató a tu padre?

 

Golpear o morir

A Jacobo Fijman y las locas del hogar

El pecho cardenal que arde

el fusil que carga en el fémur

tiene nombre de perro

LOS LOCOS TIENEN CLARAS MUCHAS COSAS

(el páramo donde se hunde tiene agua dulce)

bebe

LOS LOCOS NO ESCONDEN LA TRISTEZA

pintan pajaritos victorianos

de cabeza grande y poderosa

pintan pintan pintan

LOS LOCOS TIENEN CLARAS MUCHAS COSAS

el sol pasea el rayo por la oreja

y sigue hacia el contorno

de su propio corazón

se hunde entre la sangre

copula en las arterias

LOS LOCOS HACEN PAN EN LA TORMENTA

 

El tic tac del Little Boy

El niño busca en la tierra

un cuenco

donde humedecer los pies

perfuma el agua con malvones

bichos que encontró en las piedras,

mi padre observa desde un rincón oscuro;

el detalle de la sombra en la pared

arrastra los pies como si algo

lo tomara de las plantas

le prohibiera echar raíces

a veces cae hacia la tierra

las rodillas resisten

los moretones las cáscaras

desbordan de sangre y pus

está colérico

arroja las tazas de cerámica

detonan sobre el piso como Little Boys

los restos se esparcen

sobre floreros y sillones

Restos de las tazas

Restos de nosotros

mi padre no sabe quién es

en sus delirios me pide sexo

ve en mi a sus amantes

mujeres de cabello negro

empapadas en ginebra

está sediento

los labios

apenas    pueden separarse

apenas    respira

la tarde cae sobre el hospital

como soldados en la guerra

el sonido sibilante de la respiración

anuncia

el tic tac del Little Boyracel

Acerca del autor:

Eugenio Dávalos Pomareda es codirector de Nube Cónica