En un pueblo de Bérgamo
una casualidad irónica y perversa
quiso que ella
resbalara en un peñasco de hielo
allí donde los mapas
advierten:
«Il salto degli sposi»
y que él cayera al vacío
en el intento inútil de salvarla.
.
La malva pensativa del poniente
que apenas se demora
en la pupila de los visitantes atentos
fue testigo del salto voluntario
que dio nombre
al precipicio fatal, en la estación romántica:
la pareja de jóvenes polacos
arrojándose abrazados al abismo.
.
A veces desearía, al precio de la muerte,
un amor de otro siglo,
con un final así.