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Revista de Poesía y Arte ISSN 2735-7627, Invierno, Año 4. Nº10, julio 2023

totentanz

Después de almorzar,
escuchando totentanz de Liszt,
observo desde lejos en el cenicero indio del abuelo Carlos
una voluta de la ceniza de mi cigarro que semeja una cabeza y una cara perfecta,
y en ella veo el rostro de la abuela Mina.

Como ahora soy presbítero
me pongo las gafas para verla mejor.

Pero el aumento de las lentes
me hace ver en esa voluta
el rostro evidente de un hombre.

Me doy cuenta de que es el Che Guevara,
algo flaco y sin boina.
Lo observo de cerca,
y es un rostro noble, anónimo,
tal vez el de un minero del carbón
de las minas de Lota.

Me saco las gafas.
Y ahí está otra vez mi abuela, sonriendo,
tal vez burlándose de mí, de mis gafas,
de mi torpe hábito de fumar que aprendí con ella
junto a un brasero en su casa de Echaurren 239,
cuando me pedía que le encendiera un Opera
y le echara humo cerca de su cabellera,
ese humo de la sonrisa de ceniza.

Me pongo de nuevo las gafas.
Veo tan nítida esa cara de un hombre
que parece un héroe del neolítico
o tal vez un guerrillero que luchó contra el crimen
de las potencias que ganaron y perdieron sus guerras.

De Suerte Sortija, Das Kapital Ediciones, 2015, Santiago de Chile