EDITORIAL INVIERNO 2021

Vivimos en una constante y permanente paradoja, en esta suerte de doble universo, por un lado, elaboramos críticas furibundas contra las redes, pero nos expresamos, irremediablemente, a través de ellas, es como criticar la caverna en la que vivimos, pero estar plenamente felices y satisfechos viviendo en ella. Pareciéramos en verdad que habitamos un agujero negro, en su horizonte de sucesos, en su singularidad. En esta aporía, surge la eterna pregunta, ¿qué es lo que en realidad somos? Y, derivándose de ella, ¿qué es la casa que habitamos? El universo no es sino una gran paradoja, a ratos, un verdadero chiste, una broma que alguien nos hizo, a estos insignificantes seres que gusta matarse por millares en batallas inútiles, a estos, a la vez, maravillosos seres capaces del arte más sublime. ¿Qué es lo que somos? ¿Nada, polvo, partícula divina, solitarios habitantes en un universo vacío?

Una de las grandes paradojas en la que estamos inmersos, es el avance imparable de la tecnología. Elaboramos intrincados relatos sobre mundos distópicos, controlados por inteligencia artificial, pero, al parecer, no nos damos cuenta que ya estamos instalado en ese mundo: hoy nuestras vidas las controlan intrincados algoritmos amorales, decidiendo por nosotros en todo momento, qué escuchamos, qué vemos, qué sentimos, qué pensamos. Hace mucho rato que habitamos este mundo de la ciencia ficción soñado entre los años 30 y 50, probablemente. Hijos de los algoritmos “cuánticos”, por un lado, nos maravillamos con esta magia tecnológica y por el otro, los mismos que la creamos, la criticamos. Quisimos hacer un mundo mucho mejor creando una sofisticada tecnología que nos permitiera vivir agradablemente, pero hemos creado un verdadero monstruo tecnológico prácticamente fuera de nuestro control, porque aprende, aprende de cada uno de nosotros. ¿Qué somos? Paradoja infinita, nos volvemos a la contemplación

La poesía, creemos, es la única herramienta que nos va quedando para reencontrarnos con nosotros mismos. Los algoritmos hacen su trabajo, publican libros de poesía tan vacía como el mismo universo paradojal que nos contiene, entonces, ¿es el poeta el programador de algoritmos?, no lo sabemos, lo cierto es que la poesía escrita por humanos aún continúa siendo una posibilidad de desentrañar el verdadero mundo que habitamos:

                                                                                              “¡El mundo es

una cárcel sin amor! Calderón lo sabía, pero sin embargo añadió:

                                  El alma en mí ha sido el amor.”

                                                                                     (Jüri Talvet)  

Santiago, 23 de Julio 2021