Hay lobos afuera, hija, lobos que presienten tu piel y tu sangre; lobos que pueden saquear los calendarios tan solo para tocarte. Hay lobos enfurecidos con la frescura de tu vientre, lobos inquietos por el devaneo de tu pelo y el instinto de tu llanto.
Hija, los lobos no tienen descanso, ellos ya no encontrarán la calma mientras el rocío les recuerde el aroma de las niñas. Hay lobos también en las casas, hija, lobos que sonríen
mientras hacemos la oración de los alimentos, hija, lobos que salivan cada vez que te sientan en sus piernas para contarte una historia.
De Manifiesto de la Mujer Lobo, 2018