Hasta los besos que no me das
me llegan.
Tus besos vuelan y esquivan el tiempo,
van alimentando los cielos
y los pájaros que emigran al sur.
Aquí sentada
al otro lado de mi sueño,
cierro mis ojos
y llueven tus besos delicadamente,
suavemente entre los pétalos
y los tejados.
En esta prisión
amarilla de escayolas y quebrantos
van llegando tus cartas
que leo con fervor.
Tu mano sujeta a la mía
para liberarme
y entre filigranas y plumas
te escribo un poema de amor.