Desnuda inocencia de los cuerpos
que se aman en la presencia de indiscretas cabras enamoradas.
Brillan los soles y los campos de siembra,
hacen la fiesta en otoño, el trigo y los olivos
a sol y agua, presionando la tierra y liberando el aire
crece el olivo olvidando el triste paisaje
y se hunde la carne en la abertura
absorbiendo las aguas que libera el pastor
y los versos que hacen crecer el árbol.
Los besos son alivio, son la boca que siembra amores
y los sollozos de todas las cebollas llorando,
y los rumores del mar mediterráneo.
El hambre se mezcla con el vacío desvivir,
suenan las tripas del pueblo
y en el horizonte un cuerpo vaga…
vigilando sus cabras.