Hay una música sin tiempo
que escuchan los que saben bailar bajo la lluvia
y celebran en su piel el arcoíris.
Hay una armonía de los cuerpos
que danzan ciegos de equilibrio y movimiento,
salvando la cosecha.
Hay una palabra que trae otra,
se transforma en árbol,
da fruto y sombra.
La lluvia inicia en una gota.
Hay una raíz que descansa en el vientre,
sujeta la risa y calma el hambre.
Hay una manera de tocar las estrellas
cuando aceptas la tempestad
y sigues bailando.