He sido castigado severamente
cuando se me ha sorprendido
-más de una vez-conduciendo
un carruaje que –a fin de cuentas-
no es mío. Y he despertado
sobresaltado, siempre que sueño
que algo me pertenece.
Se hace costumbre deslizarse
entre los matorrales, los árboles,
entre los lirios, los espacios
que claramente no son de uno.
Y si bien no todo es propiedad,
meditándolo bien…
¿hay algo que sea propiedad?
los zapatos, las camisas,
cuaderno verde, el automóvil;
aunque es tal vez otro tema,
que yo sepa. Hay fisuras
importantes entre los territorios;
un cuerpo cabe por ahí
hasta que el propietario
decide hacer la ronda y te descubre,
te insulta y te expulsa del reino.
Ser o no ser, tener o no tener
y…¿no será que los castigos
es lo más estimulante que
se ha inventado hasta ahora?