Pueblo mío, hablemos sin engaño,
¿quién eres tú y cómo has estado?
yo te veo bien y mal, según el tiempo,
sea que estés alegre o enojado.
¿qué futuro te asiste? ¿qué promesas?
¿eres sólo uno, eres nada?
¿eres algún fantasma?, ¿eres yo mismo?
¿esperas alguna madrugada?
Pueblo mío, hablemos sin rodeos,
¿eres o no feliz? ¿eso te importa?
¿acaso con mi sombra estoy hablando
o con un roble que todo lo soporta?
¿tienes un rostro propio? ¿tienes ojos?
¿eres un sueño extraño que no existe?
¿Buscas aquel regazo sin heridas?
¿viste más claro al fin y te volviste?
¿guardas dentro de ti el mayor tesoro?
¿o soy yo simplemente, que rehúyo
mi soledad que inventa laberintos
para llegar a ti, para ser tuyo?
Pueblo mío, si estás ahí, abre tus brazos
y recibe este amor que tengo por tus canas,
por tu andar que no abriga más secreto
que el deseo de vivir hasta mañana.
Sin saber si eres Dios, si eres hermano,
te dejo mi canción junto a este ruego:
hazme saber si estoy o no en tus venas
para poder seguir con este juego.
(escrito alguna vez en el siglo XX)