¿Está todo escrito?

Me puse a pensar en lo que falta

para llegar a ese oasis donde hay agua,

para llegar a esos brazos que te esperan,

a ese paisaje que nunca nadie ha visto.

Recordé aquella tarde donde la nada

paseaba con su traje de novia

y yo miraba una sandía resignada.

Comencé a caminar hacia un árbol

y me subí a las ramas más altas;

una de ellas se quebró, pero yo no caí.

Las nubes se reunieron y me salvaron.

Decidí aquella vez que estar solo

es sólo un detalle imprescindible.

Desde entonces escribo, me gusta escribir

y casi siempre con un lápiz sobre un papel.