I
Frente a la tapia donde copulan el geranio
y la sombra
con la caricia que cabalga en mis dedos
/
Estoy ahí mirándome mirando
puedo oírme desde cualquier de mi cuerpo
En cada una de mis esquinas
dan vuelta las palabras
La tarde se arrastra sobre mis pies
La dureza de su desamparo golpea mis tobillos
Caigo sobre su propio miedo
mi rostro se deshace en rostros
y las arrugas se convierten en escondrijos
el dolor lo deposito en cajas
para que afuera nadie lo huela
para que nadie siquiera sospeche
que hay cientos de bocas masticándome dentro
Me están comiendo mis dioses
Mis muertos mis gusanos
.
II
.
A la mitad de mi cuerpo
se escucha una trifulca de llanto
A la mitad de mi cuerpo se oyen multitudes de gozos
.
Tarde de sueños apolillados
empecinada en deshacerse de rocas
Tarde de angostos caminos
De palomas cuchicheando en mi pecho
.
Y es mi cuerpo un altar donde se hinca la culpa
Y es mi cuerpo un río donde navega el insomnio
Y es mi cuerpo una cuna
Y le canto y me canto
.
La mitad de la tarde
pesa menos que un instante de abandono
.
III
.
El mundo es una adivinanza
y por más que me veo no logro adivinarme
.
Los labios del hastío me beben
Duele mi desnudez colgada del techo
Me busco en la memoria de mi sexo
para ver quién fui
para ver quién soy
.
Abro una puerta a la locura:
la vida hierve sobre el fogón
la muerte crece bajo la mesa
Tras la cresta del afilado instante
una silla vacía una maleta sin abrir
Entro por el portal de mi frente
a tientas por mi escalera circular
trastabillan los postigos el cristal se empaña
me espió por el ojo de mi propia cerradura
atardece el jardín en mis brazos
y yo aquí aún me ignoro
.
IV
.
Esta tarde el latido de las mujeres sin alas
se ha puesto a cabalgar dentro de mí
.
No hay mujeres perfectas a la caída de la tarde
.
En este instante todas las mujeres se han puesto
a caminar dentro de mí
Veo la fogosidad de las que aman
Pienso en los manantiales que habitan en sus dedos
El olor enredado en el hueco de sus brazos
Las distancias exactas que recorren sus tacones
Oigo el ruido de la Juventud extraviada en sus mejillas
El idioma que retumba en su lengua
.
Hoy no hay mujer con la cual no pueda conciliarme
.
A la caída de la tarde
se enciende la piel de las mujeres
Pienso en la algarabía que se desata en sus vientres
La humedad que gime entre sus piernas
La inocencia envejecida dentro de sus bocas
.
Hay mujeres con el alma reta cada de estrellas
Hay mujeres que extienden su deseo bajo la mesa
Hay mujeres que parten a dentelladas el ojo de Dios
Hay mujeres donde la soledad hizo nido
Hay mujeres cuyo cuerpo
es una bella estación para el suicidio