la IA no piensa ni el cerebro tampoco,
gran título del 2023 de Miguel Benasayag,
en diálogo bonaerense con Ariel Pennisi,
yo, entonces me quedo …………… [no sé
qué verbo poner aquí ya] en la tecno-
fobia y en la tecnofilia, en los años
dedicados al empalme entre poesía y
digitalidad, me gustaría sostener
uno parecido para Palgrave con Scott
Weintraub, mi colega y gran amigo,
experto además en Juan Luis Martínez
y Zurita, yo lo fui en Enrique Lihn, ahora
estoy con Elvira Hernández y Alonso
de Ercilla, porque como dice el crítico
Eduardo Solar Correa a éste lo respiramos
sin darnos cuenta, algo de la poesía
chilena de la que no he logrado escapar,
ni habiéndome ido a fines de siglo
pasado a 🇺🇸, una amable conversación
que abordaría la cuestión peluda y
rampante de la masificación del ChatGPT
y sus congéneres con nombres seductores
de mujer, la mayoría, la de la colonización
digital de lo vivo, la racionalidad y/o
capitalismo algorítmico, la torpe nostalgia
de un humanismo natural, la estéril
pataleta de los viejos bardos, la función
y el funcionamiento del arte [verbal]
en el [nuevo] ecosistema prevalente
en la actualidad, el lastre cartesiano,
el estorbo que significa el ser orgánico
(para la muerte, si hay que mantener
a flote el viejo pulso poético), en fin,
las horas se nos irían entre las palabritas
y las palabrotas, para citar las letras
conspirativas de Diego Lorenzini

mejor me voy de Valparaíso si todos
los poetas son de este puerto en llamas
(El arte del prompting, adelanto)