El director del diario nos reglamenta el tránsito
nuestro burgomaestre nos reglamenta el tránsito
el rector de esa escuela nos reglamenta el tránsito
y la vecina
y el policía
y el niño deslenguado
por tres veces tres veces reglamentan el tránsito
Pero las vacas chocan con las carretelas
se vuelcan bicicletas se derrama la leche
el tuerto que se monta a la gallina ciega
Todos quieren reglamentar el tránsito
Mas, Ay de los vírgenes automovilistas
Ay de los coches de carrera
para ellos no se abren las grandes alamedas
y por ellos no existe un manual de mecánica
y el pobre peatón ya no tiene zapatos.
(de “Treinta poemas para leer antes del próximoi jueves”)