Fue en Garelochhead o en Upper Tyndrum o en Cruachan
o en Oban no importa
que subió esta muchacha de vuelta de Fort William
donde viajé en invierno a escarbar mis raíces
La tierra estaba dura
y yo en verdad me iba asustado
falto de movimiento girando por el mundo
El whisky estaba caro
la comida era pérfida
así un castillo oscuro arriba en la montaña
y de pronto la chica extendió ese cuaderno
que solemos llevar quienes viajamos
sobre el mesón del carro
y escribió
Escribía mirando el paisaje quebrado
de las altas tierras de esa Escocia
que yo me reclamaba.
¿Qué escribía esa niña? ¿Un poema?
¿El trozo inicial de una novela?
Pues no era una carta de amor ni de suicida
su letra que saltaba entre las líneas
como un tren de regreso a la estación de Glasgow
No quise hablarle es cierto
tal vez más adelante en la continuación del viaje
me encuentre con su texto sin saber que era el de ella
Soy tímido y procaz mas no me atrevo
prefiero que el misterio atestigüe su trecho
traqueteando en las vías de la triste memoria
que se alegra de armar esta cuidada imagen
como una estación abandonada arriba
en el jadeo frío de los ferrocarriles.
(de “Fragmentos de un cuaderno con vista al mar”)