Sobre el puente de fierro
párrafos y párrafos de fritangas
esparcen su discurso.
Indiferente al perfume de tomates,
a esa percusión de cementerios,
el mapa se arrima sobre sus meridianos,
sobre esas aguas turbulentas,
sobre ese puente de los milagros.
Sus sueños certeros
envuelven la Pérgola de la Avenida La Paz
y aquel patético obelisco
donde desahuciados graffitis
asaltan el pavimento
como pulgas y profecías.
Las calles sin aliento
flotan sobre los ecos del torrente
que no cesa su discurso.
El puente clausurado
traduce el dialecto del río,
extraviados poemas que se hunden
y vuelven a respirar.