Con un rugido de anfetaminas,
las voces a los cielos
“Sicilianas musas un poco más alto cantemos“.
Con trompetas,
con cultrunes
la marcha iniciaron,
con emblemas
la marcha
tragando automóviles
con una jerga
de cien mil decibeles
para que escuchasen
los sordos de espíritu,
los prestamistas,
los lameculos,
los mecenas,
los dioses.
La marcha
con las liras alzadas
erguidas como vergas resplandecientes,
para que observase la policía
las ninfas
la prensa
los informantes.
“El mundo es como lo vemos”
escribe alguien en los muros.
La marcha inexorable,
el polvo en la garganta,
lacrimógenas colgándose en las ojeras,
después lo de siempre,
la estampida,
la piedra vehemente,
el vientre tibio,
la buhardilla.